lunes, 8 de marzo de 2010

Los dos viajes de mi vida

Describir el mejor viaje de mi vida…una tarea un poco difícil, ya que tengo muchos viajes en mi memoria, viajes inolvidables, por cierto. Pero bueno, si es cierto que hay uno que destaca entre todos, uno bastante especial. Mi excursión a Navarra.
Teóricamente, yo no debería haber ido a este viaje, ni yo, ni mi amiga Carmen. ¿Por qué? Pues porque era una ruta científica que, como indica su nombre, era para los alumnos del Bachillerato de Ciencias. Pero, ya que nosotras dos hicimos el cuarto de ciencias y ya que la excursión era a principio de curso pues… ¡nos dejaron ir!

Todavía recuerdo mi entusiasmo cuando me enteré que iba a ir: Era mediados de septiembre y yo estaba en Carmona, ciudad donde vive mi familia materna, y recibo una llamada de mi amiga Carmen y me dice “Maria Gracia, ¡qué nos vamos a Navarra!” Claro, yo en el momento me quedé paralizada. Iba a empezar el curso y me dicen que voy a ir a un viaje que yo ya daba por hecho que no podría realizar por estar en el bachillerato equivocado. Es como cuando te dicen que has ganado la lotería, al principio no te lo crees, pero poco a poco lo vas asimilando y te entra una felicidad indescriptible.
Obviamente, este ha sido un ejemplo exagerado.
Volvamos al viaje. Después de haber pasado el mes de septiembre completamente ansiosa por que llegará el momento de la excursión, llego el sábado 26 de septiembre, por la noche, sobre las 10 si mal no recuerdo. Segundo y primero de Bachillerato de Ciencias más Carmen y yo (las intrusas) y los profesores que nos acompañarían en dicho viaje, esperábamos al autobús. Despedidas de amigos y familiares y caras largas de éstos por nuestra ida, nervios…Recuerdo como me abrazaba a mi madre y le decía que una semana era mucho tiempo, que querría volver antes. Ella me lo negaba, y sin duda, tenía razón.

Todos montados ya en el autobús hicimos nuestras últimas señas de despedida mientras nos encaminábamos hacia nuestro destino.
Al ser de noche, muchos se durmieron rápidamente. Yo no era una de esas personas. Mi amiga y yo nos pusimos a hablar de un tema que ya habíamos tratado los días anteriores: Los alumnos gallegos. Por si no lo he dicho (no, no lo he dicho), este viaje lo realizaríamos con alumnos procedentes de Narón, una ciudad de A Coruña. Claro está, estábamos bastante nerviosos por ver como eran. De hecho, les compramos un detalle, y hay que reconocerlo, estábamos mosqueados porque no queríamos comprarles nada por si ellos no nos regalaban algo. Idiotez total.

Pues bien, sobre las doce de la mañana del domingo llegamos a nuestro destino, pero nuestros compañeros gallegos no estaban allí. Llegaron sobre las 6 de la tarde. Y después de las típicas miradas de arriba abajo y de los cuchicheos, nos reunieron en una gran sala. Allí se realizó la presentación habitual: nombres, edad, descripción de la zona de la cuál veníamos… Ahí ya empezamos a hablar con ellos, y después de una hora libre, nuestros profesores nos asignaron nuestras habitaciones, obviamente, mezclando alumnos gallegos y andaluces. A mí me tocó con tres chicas gallegas (Marisol, Jessica y Rebeca) y con mi amiga Estefanía.
Al principio casi hablamos, pero luego… ¡no había quien nos callara!
Nos cogimos un cariño inmenso, en pocos días nos habíamos contado algunos secretos bastante íntimos, y nos pasábamos todo el día juntas. Pero no solo con ellas, sino con todos los gallegos. Habíamos dicho tantas cosas cuando los vimos…y ninguna era cierta, eran increíbles.

Junto a ellos visitamos el Castillo de Olite, las Cuevas del Menduliko, un parque de energía eólica, las Foces de Navarra, recorrimos Estella y parte de Pamplona... Además, realizamos muchas actividades juntos, como la aventura de los árboles Lekunberri o los juegos de Herri Kirolak.
Momentos que quedaron grabados en mi memoria, personas que se llevaron un poco de mí: Marisol, Jessica, Rebeca, Iria, Blanca, Rocío, Sabela, Luis, Pedro… Imposibles de olvidar.

Una semana llena de recuerdos, y como bien me había dicho mi madre, una semana que se me pasaría volando y que, sin duda, repetiría.


Bien, voy a dejar la melancolía a un lado para empezar a describir…puff…un viaje que deseo desde que tenía 10 años. Con esa edad le dije por primera vez a mi madre que quería ir a Londres. Mis padres habían ido a esta ciudad de viaje y yo me había quedado con mis tías, y en cuanto volvieron, y me enseñaron las fotos, ya me quedé fascinada.
Obviamente, una de las razones por las que quería ir era para montarme en es gran noria. Ahora no quiero ir por eso, quiero ir por lo que representa ese país para mí:
La ciudad donde van la mayoría de los estudiantes que quieren estudiar filología inglesa.
Sé que puede parecer una tontería, pero conocer la capital de Inglaterra, llevarme todo el día rodeada de ingleses, es un sueño que espero cumplir pronto.

Me encantaría visitar el Museo británico, el Big Ben, el palacio de Buckingham, el museo de Victoria y Alberto… ver anochecer desde el gran ojo de Londres (la noria que mencione antes), pasear por el famoso Hyde Park, ver las tiendas de lujo en Knightsbridge, Kensington High Street y Bond Street, como Dolce & Galbana, Gucci o Carolina Herrera, ver el río Támesis… e infinitas cosas más.

Este deseo podría cumplirse este mismo año, con las famosas becas, pero, no es que tenga pocas esperanzas, es que no tengo ninguna, la renta de mis padres no quiere que me marche…Aunque es cierto que si a este viaje de lujo le unimos la compañía de tus mejores amigos, el viaje no tiene precio.

Pero bueno, tengo 16 años y una larga vida por delante para hacer sueños cómo éste realidad.

Pues ya que me he quedado sin nada más que decir, me despido.

Goodbye! =)

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